Antes se caminaba con un propósito, cubrir las necesidades primarias al principio; descubrir lugares desconocidos, después;  ir a buscar agua o caminar desde la aldea hasta el pueblo para comprar o ir al médico, como hacía mi abuela.

En muchos lugares del mundo, se sigue caminando con estos propósitos.

Nosotros, en nuestro rincón privilegiado del universo, caminamos por ocio o deporte. 

Está en la naturaleza del hombre caminar, desde que el primer homínido se irguió sobre sus extremidades inferiores hasta hoy.

Y como ya sabemos tan importante es llegar a Ítaca como el propio camino en sí.

Cuando caminas, tu mente también lo hace. A mí pasear me sirve para reflexionar o para conversar. Muchos de mis descubrimientos o conversaciones de lo más interesantes se han dado mientras paseaba.

La comarca de Varese es una zona privilegiada para disfrutar de la naturaleza caminando y la ruta de “Forte di Orino” es una muestra de ello.

Un recorrido plácido, fresco, circundado de grandes árboles y con una meta final, una recompensa visual: todos los lagos de Varese (lago de Varese, lago de Comabbio, lago Monate y lago Maggiore) en un solo fotograma.

Por fin, hace unos días nos dispusimos a descubrir esta ruta. Aparcamos en la “osteria Irma”. Al bajar del coche, no sabíamos dónde empezaba la ruta, así que preguntamos a un señor, enfundado en mallas de atletismo, hacia dónde dirigirnos. No solo nos lo indicó, sino que vino con nosotros, nos preguntó de dónde éramos, nos contó su plan del día y mientras nos dirigíamos hacia el punto de partida estuvo pendiente de nosotros durante todo el trayecto.

Esta es la cercanía y el talante italiano. En general, a los italianos les gusta conversar, muestran interés aunque no te conozcan y se preocupan por el prójimo.

Esta es una de las características que más me han llamado la atención desde que estoy aquí. Durante todo el trayecto, cada persona o grupo de personas con el que nos cruzábamos, nos saludaban con un “buona sera”. 

Creo que a diferencia de una gran parte del resto de los países del mundo moderno, en Italia las personas siguen contando, no son invisibles y es una sociedad más humanizada, al menos en el trato, la cortesía y el interés por el otro. 

Creo que es un país que ha sufrido menos la insensibilidad y el deterioro de los modales, un país donde es fácil entablar una conversación, donde el usted es muy prolijo y donde se sigue saludando a las personas con las te cruzas. 

En conclusión, caminar hasta “Forte di Orino” te despeja la vista y la mente; una ruta con encanto para recorrer y para divagar como hemos hecho nosotros, sobre el valor de caminar, las diferencias entre españoles e italianos o sobre cualquier otro tema de lo divino y lo humano.

Texto: Gema Sampedro. Fotografía: Jesús de la Iglesia.

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